Karen Koehler

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Hollyball or Bust

Foto: Paul Whelan en su esmoquin con su querido amigo Larry Barron

Prólogo: El mejor y el peor atuendo que he llevado al Hollyball fue cuando era presidente de la WSTLA. Era un año de elecciones. Estábamos luchando por la ley de conducta justa de los seguros. Y si a todo eso le sumas la crianza de mis hijas y el manejo de mi trabajo... bueno....No había tiempo para ir de compras.

El tema era el Red Hot Hollyball. Y estaba decidida a hacerlo bien. Así que unos días antes del gran evento, entré en internet. Promdresses.com o algún sitio web similar. Encontré un vestido Red Hot Hollyball.

El vestido llegó dos días después. Pero no tuve tiempo de probármelo hasta la noche del Hollyball. Era rojo y ceñido y realmente se ajustaba, lo cual era algo bueno. Pero había un problema. El escote era más bien una línea de pecho. Era ancho y profundo y se hundía hasta mi ombligo. Muy apropiado para la presidenta de los abogados litigantes.

Sin embargo, me quedó bien. Y como no había tiempo para hacer nada al respecto, puse una sonrisa y me pavoneé.


Hoy, como de costumbre, la bola de acebo llega antes de que haya pensado qué voy a hacer con ella. Hace un par de meses tenía algunos planes e ideas. Pero uno de mis casos explotó y eso fue todo.

Levántate. Ir a la oficina. Trabaja.

Anne llega alrededor de la una. Es todo lo contrario a mí en cuanto a estar arreglada. Tiene el pelo rizado, lleva brillos, sus labios hacen juego con sus uñas. Yo llevo pantalones de yoga, una sudadera con capucha, botas Nike, máscara de pestañas, lápiz de labios Trader Joe, el pelo recogido hacia atrás y las uñas uniformemente astilladas y desaliñadas.

Le digo que mi objetivo es pasar una hora preparándome para el Hollyball. Aunque no me haya comprado un traje, puedo rebuscar y encontrar algo. Anne me da una charla de ánimo. Algo sobre Sharon Stone atándose una camisa blanca lisa a la cintura con una falda negra larga.

Trabajar más. Tengo que ponerme en marcha pronto si quiero seguir con el programa. El plan es ir a correr con Nala antes de prepararse.

Pitidos de mensajes de texto. Teléfono abierto. Foto del parachoques destrozado. Alysha ha sido golpeada. Llámala. Ella está bien. Sucedió en la colina. Un tonto condujo a través de la intersección sin ceder el paso. Casi admitió que estaba enviando un mensaje de texto. Se las arregló para conducir las pocas cuadras a casa.

Terminar las cosas en la oficina. Vuelve a casa. Aparcar delante de su coche. Salir. Mira el pequeño parachoques arrugado. El vecino se acerca. Lo examina conmigo. Entra en la casa. Abraza a Alysha que está tranquila. Espera a la grúa. Llegan. Conduzco hasta el centro de Hertz. Dejarla. Conducir a casa. Considerar la posibilidad de repostar. 12 millas por la luz de advertencia. Iré a por gasolina más tarde. No tomar una decisión sabia sobre la ruta. Se queda atrapado en el tráfico. Finalmente llega a casa. Gasolina a 6 millas.

3:15. Mirar el ordenador. Manejar los correos electrónicos hasta las 3:40. En qué estoy pensando. La puesta de sol es a las 4:18. Me pongo la ropa de correr. Nala da vueltas en círculos de emoción. Salgo a correr. El sol se pone. Correr en la oscuridad. Regresar. Ir a ponerle los botines a Nala. Ella está sucia. No ha llovido, pero la acera/camino/césped/ hierba y los charcos de barro estaban mojados. Darle una ducha. Sécala. Que siga su camino. Dúchate. Mirar el reloj. 5:45. Cómo ha pasado eso.

Mira en el armario. Nada es inspirador. Ciérralo. Saca el secador de pelo. Se alegra de verme. Suelo dejar que el pelo se seque al aire o recogerlo en una cola de caballo. Se seca casi todo. Decido maquillarme los ojos más de lo habitual. Esto significa algo de oro y gris oscuro. Lápiz labial rojo. Ya está.

Y ahora viene la parte difícil. Qué voy a llevar exactamente.

Vuelve a abrir el armario. Mirar los vestidos. Decido que no estoy de humor. Me pongo unos leggings negros de terciopelo de Bcbg, añado una blusa drapeada tipo túnica que vino de Barneys hace unos cuatro años. Coge unos botines negros de terciopelo con tacón de lápiz (estos al menos son dignos de Hollyball). El pequeño bolso de seda de Prada lo tengo desde hace más de una década. Me pongo las botas Nike y el abrigo negro. Salgo por la puerta.

El coche me da avisos rojos de enfado. Me voy a quedar sin gasolina. Parada en la estación. 6:30. Empieza el Hollyball. Conduzco hacia el centro. Tres millas. 25 minutos. Es esa época del año.

Llega al Four Seasons. Me quito las Nike y me pongo unas botas preciosas. El aparcacoches me da el talón. Entrar en el hotel. Girar a la derecha. Ir hacia el Spanish Ballroom. Llegar a él. Está vacío. Oh, Dios.

Hotel equivocado.

Vuelve corriendo al aparcacoches. Ya se han marchado. Habla con el portero. Lleva aquí más de 20 años. Este hotel es el Fairmont. Solía ser el Four Seasons. Así que no estaba soñando del todo. El correcto está en First y Union.

Entra hasta que venga a buscarme. 20 minutos después. Dale una propina por ser amable. Dale una propina al conductor por tener que conducirlo para nada.

Conduzca alrededor y sobre el correcto Four Seasons. Llego a mi destino a las 7:20. Me dirijo al garaje pero el aparcacoches me indica que me acerque. Obedezco. Me entrega un talón.

Sube las escaleras. Hay esmóquines y trajes bonitos. Mujeres magníficamente peinadas con vestidos brillantes. Todo el mundo parece haberse esforzado. Son tan encantadores y festivos.

Y luego estoy yo. Con aspecto de ir al club.

Pero a nadie le parece extraño.

Y nos abrazamos y nos besamos y hacemos Hollyball toda la noche.