Mi parte favorita del llamamiento de Ride the Ducks
Hoy llegan las notificaciones de recurso. El primero por Ride the Ducks International (de Branson Missouri). El segundo por Ride the Ducks Seattle.
Previsible. Todavía me da rabia verlos. Especialmente desde que Ducks Seattle fue por ahí cacareando al mundo lo contentos que estaban con el veredicto del jurado. Tengo un adjetivo para describir ese comportamiento, pero me abstendré.
Normalmente hago lo que puedo para no tomarme las cosas como algo personal. Fui abogado defensor hace mucho tiempo. Sólo hacen su trabajo. Pero después del juicio por el que acabamos de pasar, ese tipo de pensamiento indulgente ya no funciona.
Lo que los patos y sus compañías de seguros hicieron a nuestros clientes - no sólo en esa carretera - pero en esa sala de audiencias. Nunca se puede mirar a los abogados defensores de la misma. Una cosa es tratar de defender a un cliente cuando están completamente en el mal. Otra cosa es faltar al respeto a un inocente sólo porque estás en el lado perdedor. Me recordaron lo horrible que fui en un juicio hace 25 años defendiendo a un conductor de metro borracho que atropelló y mató a un discapacitado. Estuve horrible. Al menos dejé ese trabajo antes de que me arruinara totalmente.
En mi siempre presente poliancia, hay algo que me hace sentir muy bien cuando miro los llamamientos. Es el bono. Es cierto. Para poder apelar tuvieron que conseguir no uno, ni dos, sino tres bonos por un total de Ciento Treinta y Tres Millones Ochocientos Diecinueve Mil Sesenta Dólares con 67 Centavos ($133.819.060,67). Esto incluye los intereses de trece millones quinientos treinta y dos mil doscientos sesenta y cuatro dólares con 57 centavos ($13.532.264,57) que probablemente se devengarán en el tiempo que tarde en producirse la apelación.
Eso al menos es algo.
Aviso de supresión aquí.
Foto: Este camino terminará con el tiempo.