Se venden máquinas de pato de la muerte:
Almorzando tarde. Comiendo una ensalada de Veggie Grill. Mirando el periódico online. Debería haber esperado.
Casi vomito dentro de la boca. Ride the Ducks Seattle, en quiebra, se subasta. Por un lado, estoy orgulloso de que el resultado final del veredicto del jurado haya sido el cierre de esa empresa. Pero la idea de que esas trampas mortales sean vendidas... quizás devueltas a las carreteras y vías fluviales con turistas desprevenidos dentro. Bueno, la náusea es abrumadora.
Justo antes del juicio un tipo nos llamó. Afirmó que tenía un montón de información privilegiada. Lo buscamos en Google y descubrimos que había estado comprando patos a empresas que estaban quebrando. Quizá sea uno de los postores el 1 de julio. Quiere ser el nuevo rey de los patos. Por asqueroso que sea.
Los patos estirados de los años 40 no pertenecen a otro lugar que a un desguace. No merecen otra cosa que pudrirse y convertirse en polvo oxidado.
Ganamos el pleito porque esos vehículos Mad Max se construyeron esquivando las normas federales de seguridad. Son D.A.N.G.E.R.O.U.S.
La rueda se desprendió cuando el Pato 6 bajaba a toda velocidad por el puente de la Aurora. Y no era la primera vez. Los asientos se doblaron, se torcieron y se levantaron del suelo, donde estaban débilmente atornillados. Claro que un pato puede embestir defensivamente a cualquier vehículo que se cruce en su camino (causando muerte y destrucción masivas). Pero si te metes en el agua, van demasiado bajos, te atraparán con sus estúpidas capotas, y hacen agua tan rápidamente que en un minuto todo el mundo estará ahogado.
Después de tres años y medio de litigar y juzgar ese pleito, ya no necesito cuidar mis palabras. Los demandados no pueden correr a chivarse al juez de mí. Puedo decir exactamente lo que pienso. Es estúpido, irresponsable y ridículo vender la flota de patos. Cualquiera que los compre debería avergonzarse.
Foto: King County Superior Court Trial Exhibit 19