Felices vacaciones covídicas - estilo solitario
Anoche fue duro. Pasar tres horas buscando todo lo que pueda existir sobre el omicron, el aislamiento, la transmisión y la muerte. Tumbarse en la bañera durante dos horas. Lo cual es un récord mundial. Mientras me voy a la cama, pienso: bueno, tal vez esta sea mi última noche en la tierra. Puede que no me despierte mañana.
Este nivel de melodrama (histeria), persiste. La nariz no me gotea y sueño que el líquido, en cambio, me llena los pulmones. No sé si tengo dolor de cabeza. Tomo Advil de todos modos. Me despierto 4 veces, cada pocas horas. Compruebo que sigo vivo. Lo siguiente que sé es que suena el teléfono. Alysha. 10:00 am. Me dice que me quede en la cama. Me levanto.
No me siento muy diferente al día anterior. No puedo decir si estoy más enfermo o simplemente somatizando. Constantes vitales normales.
En este punto, darse cuenta por segundo día que estoy atrapado dentro de la casa. Empiezo a correr de un lado a otro. Ayer Mike trajo mis paquetes de la oficina. Los desenvuelvo. Cuelgo 4 obras de arte. 3 en el pasillo de abajo. Cometer varios errores de cálculo antes de que quede perfecto. Enviar mensajes de texto a familiares y amigos. Trabajar un poco. Desenganchar dos de las tres mangueras exteriores. La tercera está muy atascada. Se supone que esta noche va a helar. Lavar las mantas. Secarlas. Poner Janet Jackson Rythm Nation. Marcha alrededor.
Pide el almuerzo. Que es la cena. Qué haría yo sin el chef uber eats. Sonarme la nariz varias veces. Más que una alergia. Menos que un resfriado. Trate de recordar a beber. No tengo sed. Sol envía mensaje que dice: recuerda beber.
Sentir lástima por mí mismo. Repite.
Shellie manda un mensaje. Está aquí. Miro el anillo de alerta. No hay moros en la costa. Abro la puerta. Está dentro de su coche cerrado. Me saluda. Recojo el paquete. Cierro la puerta. Se marcha. Pongo las flores en la mesa de la cocina. Abro la lata del muñeco de nieve y el pingüino. Siempre esperanzado. Y sí. Allí, en pequeñas nubes de papel encerado, hay galletas de azúcar y pastas de té.
Foto: compadeciéndome de mí mismo.