Cuello de goma
No puedo creer que no me caiga hoy. Mi cabeza da vueltas de un lado a otro cuando debería estar buscando baches. Estoy en el Distrito de los Teatros, con las anticuadas marquesinas parpadeantes en cada manzana. El lago -como en The Lake- está a media milla del hotel. Atravieso el Millenium Park, con sus campos, pistas de tenis y la perfección de su diseño. El lago parece el océano. Hace un poco de viento, por lo que hay olas y no se puede ver al otro lado. Paso por el acuario y los museos, doy la vuelta y la vista de la ciudad... bueno.
Me encanta Seattle, pero es una pequeña joya comparada con Chicago. Cambio de dirección y visito el Navy Pier antes de regresar. En cada esquina hay un edificio precioso. Gigantescas obras de arte público salpican los espacios abiertos. ¿Has visto alguna vez el anfiteatro del parque? Quiero escuchar un concierto allí. Es hora punta y vuelvo al hotel trotando entre la multitud. Es increíble que pueda correr, pero las aceras son tan anchas como las calles, gracias a Dios. Es un lugar magnífico.