Búsquedas en el contenedor de basura para el Philodendrun

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Había dos de ellos tumbados sin poder hacer nada. Con un aspecto desolado. Marchitas. Mientras me preparaba para tirar una pequeña bolsa de basura aparentemente encima de ellos. Yo estaba en la universidad. Vivía en un estudio en el sótano de Ballard. No había forma de que cupieran en mi casa.

Paloma dentro. Los saqué. Los metí en la parte trasera de mi Datsun roadster. Y los llevé al despacho de mamá en Lake Forest Park. El padre de mi querido amigo Cam -Robert el Arquitecto- había creado la estructura. Tenía un apartamento en la parte superior con ventanas de cristal por paredes que daban al espacio aireado. Las cornisas del techo se extendían a lo largo de la estructura.

A mamá le encantaban las plantas. Al principio vivían encima de la red de archivadores que había sobre su preciada alfombra azul. Pero se fueron extendiendo. Al final las puso en la cornisa alta. Se asomaba a la ventana del apartamento para regarlas. O nos obligaba a hacerlo.

Hay un hombre planta llamado Hilton Carter al que sigo en Instagram. Su casa es como una selva. Totalmente genial. Así que este fin de semana pasado visité el vivero de Swanson en busca de algo que me llamara la atención. Y allí estaba. Majestuosa. No en un basurero. Me llenó de tantos recuerdos de mamá que supe en ese momento que tenía que volver a casa.

Foto: Nala en su selva

Karen Koehlerfamilia