Karen Koehler

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Búsquedas en el contenedor de basura para el Philodendrun

Había dos de ellos tumbados sin poder hacer nada. Parecían desamparados. Marchitas. Mientras me preparaba para tirar una pequeña bolsa de basura aparentemente encima de ellos. Yo estaba en la universidad. Vivía en un estudio en el sótano de Ballard. Era imposible que cupieran en mi casa.

Paloma dentro. Los saqué. Los metí en la parte de atrás de mi Datsun roadster. Y los llevé al bufete de mamá en Lake Forest Park. El padre de mi querido amigo Cam, Robert el Arquitecto, había creado la estructura. Tenía un apartamento en la parte superior con ventanas de cristal en las paredes que daban al amplio espacio. A lo largo de la estructura había repisas hasta el techo.

A mamá le encantaban las plantas. Al principio vivían encima de la red de archivadores que se asentaban sobre su preciada alfombra azul real. Pero se fueron extendiendo. Al final las subió a la cornisa. Se asomaba a la ventana para regarlas. O nos obligaba a hacerlo a nosotros.

Hay un hombre planta llamado Hilton Carter al que sigo en Instagram. Su casa es como una jungla. Totalmente genial. Así que este pasado fin de semana visité el Vivero Swanson's buscando algo que me llamara la atención. Y allí estaba. Majestuosa. No en un basurero. Me llenó de tantos recuerdos de mamá que supe en ese momento que tenía que volver a casa.

Foto: Nala en su selva