El peor discurso de un abogado, probablemente de todos los tiempos

¿Cómo pueden los abogados litigantes ser tan malos oradores?

Este es un tema sarcástico. No se debe criticar a las personas que ofrecen su tiempo y talento para ayudar a los demás . ¿Hay algún beneficio en ventilar públicamente de esta manera. Tsk tsk.

Estoy aquí en la convención de la AAJ en Nueva York. Sentado en el seminario y sólo no estoy aburrido, porque estoy participando en la ventilación auto-indulgente.

Aquí hay buenos oradores. Algunos fenomenalmente buenos. Pero no se trata de ellos. Se trata de lo peor de lo peor.

El número 1 ocurre en el seminario. El abogado empieza diciendo que la AAJ no permite a los ponentes contar historias de guerra. Dice que no le importa y empieza a presumir de un GRAN veredicto que acaba de conseguir. Lo pone en un Powerpoint en números gigantescos rodeados de gráficos que explotan al estilo del 4 de julio. Se pasa los siguientes 45 minutos golpeándose el pecho mientras cuenta el caso. Y termina con el mismo gráfico de explosión del veredicto. Sólo me quedo a su presentación porque soy el siguiente orador. Amordázame con una cuchara de madera.

El número 2 ocurre en una cena de premios de una organización afín. El abogado ha recibido su mayor premio. Tiene que dar un discurso de aceptación. La única parte encantadora es, al principio, cuando no consigue ponerse bien las gafas para leer su discurso (¿por qué un abogado litigante tiene que leer un discurso?)

A lo largo de la siguiente media hora, nos cuenta el gran bufete de abogados que tiene (intentamos contar cuántas veces utiliza el nombre de su bufete en el discurso, pero nos rendimos. Al menos dos docenas de veces). Nos da las gracias y nos habla de cada uno de sus hijos (bonito). Da las gracias a su mujer por cuidar de él y de sus hijos (bien). Da las gracias a todos sus socios, a los que nombra individualmente y de los que luego cuenta anécdotas. Y lo grandes que son y lo grande que es él y sobre lo grande que es el trabajo que hace la organización ad infinitum. Imagina el peor discurso de aceptación de un Oscar jamás pronunciado y luego multiplícalo por diez. Somos un público cautivo. Es tan horrible que resulta casi (pero no del todo) hilarante. Especialmente cuando hace pausas para aplaudirse a sí mismo. Me iría, pero espero que llegue el postre (no llega).

Sí, Thumper le dijo a Bambi: si no tienes nada bueno que decir, no digas nada. Pero el silencio educado también contribuye a que algunas personas sigan sin tener ni idea.