Lucha de exámenes cruzados con un consejero de rehabilitación profesional de la defensa
El perito me hace hervir la sangre. El examen directo es un guión ensayado. El abogado de la defensa lee una pregunta y el experto responde. No lo dicen directamente, pero se deduce que el cliente no está trabajando porque: a) es perezoso o b) espera que le toque la lotería del juicio. No tienen que ser tan desagradables.
La mano está en el brazo del cliente. Susurrar palabras de amabilidad de vez en cuando. Mantenga la máscara de persona agradable firmemente en la cara. No poner los ojos en blanco. Darse cuenta de que el pie está golpeando. Quedarse quieto. Como un halcón.
El juez se dirige a mí y dice las palabras mágicas: ¿interrogatorio?
Aunque no pueda ver lo que ocurre físicamente, esta transcripción le da una idea del dramatismo del interrogatorio. Las dos primeras batallas implican preguntas aparentemente simples. Primero, queremos que nos diga cuánto cobró por trabajar en este caso. En segundo lugar, quiere que se levante de la silla de testigo para enumerar las lesiones en una pizarra.
Se niega a ambas peticiones simples. Y nos vamos.
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