Día de la Convención 2: Fiesta como una estrella de rock

2012.02.13.jpg

Da el discurso. Ve a correr. Tener la reunión del grupo de litigación de la médula espinal. Sonreír a la demostración del equipo de baloncesto en silla de ruedas de los Phoenix Suns. Ir a nuestra excursión. Mirar embobado el flamante centro para discapacitados. Coquetear aparentemente (según Cristina) con el guapísimo coordinador de fitness. Cena en Barrio Queen con un animado grupo de 12 personas. Regreso al hotel a las 9:30.

Pero espera.

Es la noche de la Fiesta de los Nuevos Abogados. En caso de que te lo estés preguntando. Esto no significa que tengas que ser un nuevo abogado para ir de fiesta.

Sigo llevando la falda morada y el top de encaje de esta mañana. Cristina lleva vaqueros negros. Tenemos que cambiarnos. Es noche de discoteca. Así que Cristina se pone botas, pantalones cortos y un top de encaje (Oh, tener 22 años). Yo me pongo una falda negra más pequeña y un top brillante. Cojo la bolsa de la discoteca y nos vamos.

Llegar con sólo un giro equivocado 15 minutos más tarde a chocar club Axis. Cristina empieza a reír y dice - es un club. Bueno, por supuesto niña. Plaintiff laicos saben cómo hacer una fiesta.

Entra techno ruidoso, garito lleno. Ella quiere escanear la multitud primero. Ni hablar. La arrastro a la pista y nos vamos. La música está tan alta que no nos oímos hablar. Nos reímos y bailamos como solemos hacer cuando salimos juntos a discotecas, que es casi nunca. A menos que estemos en cruceros o en fiestas de abogados.

Las mujeres de detrás son salvajes y chocan conmigo un par de veces. Cristina envía mensajes de texto, baila y me hace fotos muy malas. Un hombre de aspecto agradable se desliza hasta nosotras y se ofrece a hacernos una foto. Este sitio es muy divertido. Se queda charlando con nosotras. Su padre es abogado y ejerce en Guam. Él, en cambio, ejerce en Nueva York. No estoy seguro de cómo nos enteramos de que en realidad. Porque el club está golpeando. Eventualmente digo - esta es mi hija. Y se le ve a punto de caerse. Cristina se ríe. Dice adiós. ¿Qué he dicho, me pregunto ...

Bailamos y bailamos. Ajenos hasta que Darin se une a nosotros. Lo conocimos en el avión. Se dedica a algo relacionado con demandas colectivas. Cristina le enseña una foto de su tío Carl. Porque se parece al tío Carl. Probablemente no pueda oír lo que ella dice. No sé por qué intentamos hablar ahí dentro. De hecho, casi le rompo el tímpano a Cristina intentando gritarle algo. Vea el vídeo a continuación.

Podría quedarme hasta el final. Pero la hija está agotada. Así que nos vamos, volvemos sin equivocarnos. Y nos damos cuenta al abrir la puerta de nuestra habitación de hotel. De que aún nos pitan los oídos.