Alguien llama a la puerta. Nala empieza a ladrar. Alcanza el teléfono. Son las 6:30 a.m. Los golpes continúan. Me doy cuenta de que no están llamando.
Salta de la cama. Corre hacia la puerta del balcón. Abrirla de golpe. Hay una ráfaga de hermosas alas marrones y rojas anaranjadas. El pájaro carpintero vuela hacia el arce de 45 años. Me mira por encima del hombro. Y levanta el vuelo.
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